TURNO DE OFICIO ¿Qué es?
Turno de oficio, ese gran desconocido. Y es que circulan muchos estereotipos y prejuicios sobre la abogacía de oficio. Así que creo que es muy necesario contar al público en general quienes somos o, más bien, quienes éramos porque esta semana me he dado de baja. Se lo debo a mis compañeras y compañeros.
Seamos claros:
Las abogadas de oficio somos las mismas que las abogadas particulares
En España componen el Turno de Oficio abogadas y abogados que voluntariamente se inscriben en una lista o, más bien, varias listas, una por especialidad. Existe un Turno de matrimonial, al que yo pertenecía hasta hace unos días, un Turno de asistencia al detenido y penal, uno de contencioso-administrativo, otro de civil, laboral, etc. en cada uno de los colegios de la abogacía.
Seguimos trabajando en nuestros despacho pero, casi altruistamente, dedicamos tiempo de nuestra jornada laboral a llevar asuntos de oficio.
Así que la próxima vez que digáis que el abogado era malo porque era de oficio pensadlo bien. Abogadas las hay buenas o malas, pero lo de ser del Turno no es relevante para calificarlas porque somos las mismas, a ratos particulares, a ratos de oficio.
El dinero no es una motivación
No negaré que, sobre todo, en el ámbito penal y de asistencia al detenido, lo que se cobra por guardia es un complemento interesante para abogadas y abogados noveles. Pero os invito a visitar los baremos de Galicia, que son de los más altos de España y compararlo con lo que cobramos por un asunto particular.
Pero no sólo es que los honorarios que nos pagan sean infinitamente más baratos que los que habitualmente cobramos a nuestra clientela particular, es que de dichos honorarios se nos retiene un 15%. No estamos de alta en la Seguridad Social a pesar de trabajar para la Administración. Y, lo que es peor, si trabajamos y luego deniegan a la persona a la que defendemos el beneficio de justicia gratuita, no cobramos de la Administración. Somos nosotros los responsables de reclamar directamente nuestros honorarios a esa persona.
Así que no, el dinero no es definitivamente una motivación para ser miembro del Turno de Oficio.
Entonces ¿Por qué lo hacemos?
Pues porque contra los estereotipos de nuestra profesión, estamos muy concienciados con la función social de nuestra profesión.
Y, aunque es una cuestión de conciencia individual de cada uno, no se acaba ahí la cosa. A diferencia del resto de las profesiones existen razones históricas que hace de nuestra profesión una profesión altruista.
Ya desde tiempo inmemorial la abogacía era una de esas profesiones necesarias para toda la ciudadanía. La necesidad de defender nuestros derechos nace casi al mismo nivel que la de cuidar nuestra salud. Y la conciencia de que no podía quedar una persona sin defensa incluidas aquellas personas sin recursos económicos nació hace siglos.
Existen vestigios documentales de la existencia de «abogados para pobres» ya desde tiempos de Alfonso X, tal y como se recoge en el trabajo académico de Inés Pedraz Penalva «Notas Históricas sobre la Justicia Gratuita en España»

La defensa gratuita del pobre, la predecesora de nuestro beneficio de justicia gratuita llegó de la mano de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1955.
Desde entonces hasta hoy poco ha cambiado.
Pues sí, desde antiguo hasta hoy esta especie de servicio de beneficencia viene siendo prestado por los Colegios de la Abogacía desde el Turno de Oficio. Y los y las abogadas que se dan de alta en él ya no lo hacen gratis, pero cobran aproximadamente un 10% de lo que cobran a sus clientes particulares.
Estado del bienestar y justicia
En otros ámbitos, el estado del bienestar instaurado en Europa en la década de 1950-60 ha dado lugar a la prestación de servicios esenciales directamente por la Administración para toda la ciudadanía. Es el caso de la educación o la sanidad, por ejemplo.
Pero esto no sucede en el caso de la justicia. En los Juzgados continuamos siendo herederos de la justicia para pobres del siglo XIX.
¿Alguien se imagina en 2024 un servicio público de salud prestado por médicos voluntarios a los que se les pagase por consulta pasada a una persona sin medios económicos en lugar de un sueldo? ¿Clínicas privadas a las que el Estado pagase por tener ingresado a un paciente pobre una décima parte de lo que paga un paciente rico? ¿Una sanidad para ricos y otra para pobres con médicos que no pudiera vivir de su trabajo?
¿Os imagináis a maestros y maestras dando clase a niños, en parte pobres, en parte ricos, y que el Estado les pagase una miseria la hora por cada alumno pobre?
Pues eso es lo que sucede con la abogacía de oficio. El Turno de Oficio es esa especie de ONG subvencionada por el Estado, gestionada por los Colegios de la Abogacía y sustentada por abogados y abogadas voluntarios que, por entre un 10 y un 20% de lo que cobran a sus clientes particulares, asumen la defensa de personas sin medios económicos.
Por si todo esto fuera poco, los pagos son trimestrales y suelen retrasarse bastante.
Y, obviamente, nadie abona cotizaciones a la seguridad social porque teóricamente la abogacía de oficio no es un gremio de funcionarios. Es un gremio de trabajadoras y trabajadores que se pagan ellos mismos sus cuotas de autónomos. O, si trabajan por cuenta ajena, no es el Estado, sino sus despachos quienes cotizan por ellas y ellos.
Conclusión
Ahora que ya sabéis de qué va esto del Turno de Oficio ¿Vais a borrar vuestros prejuicios o éstos irán en aumento?
Porque he de deciros que en mi caso nunca he hecho distingos entre clientes/as privados/as o del Turno. He dedicado exactamente el mismo empeño en unos asuntos que en los otros. Y mis conocimientos jurídicos son los mismos al igual que mi cerebro.
Por eso, ahora que mi situación y aspiraciones personales son incompatibles con el trabajo voluntario, en lugar de desatender a los asuntos, he decidido dejar el Turno de Oficio.
Llevaba años y he pasado por casi todos los Turnos (asistencia al detenido, víctimas de violencia de género, administrativo, civil, social y matrimonial), aunque desde 2018 sólo estaba inscrita en el Turno matrimonial.
Me ha costado, en la vida, a veces, llega ese momento e ir soltando lastre y, a mis 48 ya va siendo hora.
Hasta siempre clientes del Turno, a quienes ha sido gratificante defender; hasta siempre facturas trimestrales cobradas tarde; hasta nunca beneficencia en la Justicia.
Antes de irme pediré un deseo: Ojalá un día haya una abogacía del Turno funcionaria o ejercida por profesionales independientes con buenas retribuciones y de alta en la Seguridad Social.