Yo como siempre tan oportuna.
Toda esta revolución creada por el máster de una señora rubia de Madrid me pilla a mi en medio de un curso de posgrado.
Y tal es el revuelo que incluso mi madre, a mi sugerencia de faltar un día para acompañarla a una cita médica, me dijo: «Ni hablar, no quiero que seas como «la Cifuentes». No digo más.
Polémicas aparte, este curso forma parte de mi pequeña o gran metamorfosis profesional y desde luego está siendo una experiencia a todos los niveles:
. En lo personal:
aun cuando esto de hacer todos los jueves 170 km, comer fuera, llegar de noche a casa y perder una tarde de trabajo (con lo que ello implica de recuperarla en otro momento) pudiera parecer cansado o pesado, lo estoy viviendo de una manera muy emocional.
Es la vuelta a la facultad, incluso el mismo aula, en la que pasé tantas horas hace mucho.
Significa volver a socializar, a conocer compañeros, a levantar la mano en clase, a compartir viaje cada semana…
La verdad es que me está resultando un placer, aunque a ratos pudiera parecer lo contrario.
. En lo profesional:
Se me está abriendo la mente sobremanera y está resucitando mi parte curiosa, mi lado más juguetón con el Derecho.
Y ahora que ya hemos terminado la primera parte del curso, Derecho de Familia, no puedo sino redactar una entrada en el blog resumiendo no todo lo aprendido, que es mucho, sino la impresión general y las anécdotas que han surgido de todo lo que nos han enseñado.
En próximas semanas iré redactando alguna entrada más técnica sobre temas concretos de ese primer bloque que ya hemos terminado, pero de momento únicamente haré un resumen de impresiones generales, de flashes de todas las tardes de jueves de los últimos dos meses.
Flash 1: «En familia todo vale».
Yo ya tenía la idea de que el Derecho de Familia es esa parte del Ordenamiento Jurídico en el que las normas parecen de plastilina.
Normas modelables, repletas de conceptos jurídicos indeterminados que cada juez, dependiendo de las circunstancias de cada familia enjuiada, puede interpretar de una manera diferente. Pues todos y cada uno de los ponentes del curso ha dicho esa frase: «En familia todo vale», ratificándose así mi idea de que ésta es una materia en la que encaja perfectamente una abogada como yo ávida de cambio e imaginativa.
Flash 2: «Familia parece una materia menor, pero no lo es».
La primera ponente del curso fue lo primero que nos dijo y no le faltaba razón.
Para llevar bien un pleito de familia no basta, como hacen muchos, con hacer un corta pega de convenios resesos.
Para redactar bien un convenio hay que saber de tantas materias (civil, penal, mercantil, tributario, etc) y tener en cuenta tantos factores que algún que otro abogado de esos de reconocido prestigio que lleva familia de rebote pensando que es una chorrada y cualquiera puede, se llevaría más de una sorpresa desagradable.
Por si esto fuera poco, además, como en cualquier pleito civil, hay que saber procesal, mucho procesal e internacional privado.
Flash 3: «Familia es una materia en constante evolución donde los cambios nos vienen de Catalunya».
Ya sé que los catalanes tienen su propio Derecho de Familia.
Van muy por delante del resto del estado en esto de normalizar nuevos modelos de familia y cuestiones de igualdad, razón por la cual, aunque haga falta retorcerlo hasta hacer irroconocible al Código Civil.
Al final, El Tribunal Supremo termina diciendo, con un par de años de retraso, lo mismo que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya o la Audiencia Provincial de Barcelona.
Flash 4: «Familia es una materia donde reside la innovación jurídica».
A los del legaltech les parece inconcebible.
Se prevén cambios legislativos y ya se están produciendo cambios desde la Jurisprudencia en los derechos de los animales.
También es una de las materias en las que se plantea la utilización de Inteligencia Artificial en el campo de lo que tradicionalmente se denominaba «incapacidad».
Y si va a haber robots que asistan a personas con capacidades especiales será importante (incluso más que en los vehículos sin conductor tan de moda últimamente) determinar su responsabilidad.
Flash 5, el último y más inportante: «Esto es lo mío».
Si en algún momento lo dudé, desde que empecé el curso hasta hoy me he convencido del todo de que puedo aportar mucho valor añadido a mis clientes en esta materia, mucho más que en cualquier otra.
Por eso ésta es una de los dos únicas materias en las que me gustaría centrarme a partir de ahora.
Y quizá también en eso juegue un papel importante el destino: la primera vez que pisé un despacho de abogados fue con ocasión de la separación de mis padres (estaba empezando la carrera) y mi primera actuación en sala fue la audiencia previa de una disputa de carácter hereditario, expediente que sigue vivo a día de hoy, a pesar de haber transcurrido ya 15 años desde entonces.
Prometo, a diferencia de otras cumplir con el 80% mínimo de asistencia y presentar superar la prueba de fin de curso para que me den el título con todas las de la ley. No me queda otra, a mi no me conoce de nada el rector. No creo que hiciera la vista gorda ni rehiciese actas por mi. Me gustará lucir orgullosa el título que tanto esfuerzo a todos los niveles (quienes me rodean lo saben) me está costando…